A continuación publicamos el texto vencedor de Pablo Sánchez González, ganador II Concurso Literario Cervantum 2019.

Pablo Sánchez González ganador II Concurso Literario Cervantum 2019
Pablo Sánchez González, 12 años, ganador II Concurso Cervantum 2019
– No quiero que me perdones, yo no lo haría, no quiero que me entiendas, yo tampoco lograría hacerlo, solo quiero que me escuches, solo quiero que lo sepas, solo que sepas que no te merezco, que cada segundo que pasé a tu lado es robado, que cada palabra que escuche de tus labios es más de lo que yo nunca podría llegar a desear.
Devolvería cada beso, cada mirada, cada noche… ¡Tú no lo entiendes! ¡Cada minuto que paso lejos de ti es angustiante, es desolador! ¡Cada segundo que se me escapa te siento más lejos…! Y sin embargo también siento que te tengo al lado.
Sí, hay otra. Sí, me he vuelto a enamorar… ¡La vi solo tras una máscara! Pero con un hola bastó. No hubo más. Lo prometo. ¿De qué me sirve engañarte?
Era carnaval, y entre el cantar de las comparsas y el color de los disfraces, yo solo podía distinguir el castaño de su pelo.
No te prometo nada, si el marrón de su pupila se vuelve a clavar en mi mirada, yo no te prometo nada.
Sé que no me entiendes, pero no he dejado de quererte, sé que no me entiendes, pero tampoco puedo prescindir de ella.
No me arrepiento de nada. Y no me voy a arrepentir, no voy a negar la felicidad, igual que no la negué cuando nos conocimos en aquel bar. ¿Lo recuerdas? Es como si fuera ayer. Tú mirada en mi mirada, y la de ambos en una copa. Tus manos en mis manos, y ambas rozando el corazón latente, la pulsación constante y las sonrisas tímidas que nos lanzábamos como si fueran cartas de amor.
Recuerdo la primera vez que te lleve a cenar, creo que fue la primera vez que me puse un traje de chaqueta, y no soportaba la corbata. Tú no parabas de reírte, pero vamos que tampoco es que fueras muy ágil con los tacones. Nos sentamos en una mesa y sin saber cómo, terminamos bailando descalzos y sin música en medio de la acera.
¡No me mires así! Me ha costado demasiado hacerme a la idea de que te has ido, para que me vuelvas a derrumbar cada vez que vengo a visitarte a este sitio. –
Poco a poco el octogenario se levanta entre lágrimas apoyado en su bastón y se va del cementerio.
Quiero que me perdones, yo no lo haría, no quiero que me entiendas, yo tampoco
lograría hacerlo, solo quiero que me escuches, solo quiero que lo sepas, solo que sepas que no te merezco, que cada segundo que pasé a tu lado es robado, que cada palabra que escuche de tus labios es más de lo que yo nunca podría llegar a desear.
Devolvería cada beso, cada mirada, cada noche… ¡Tú no lo entiendes! ¡Cada minuto que paso lejos de ti es angustiante, es desolador! ¡Cada segundo que se me escapa te siento más lejos…! Y sin embargo también siento que te tengo al lado.
Sí, hay otra. Sí, me he vuelto a enamorar… ¡La vi solo tras una máscara! Pero con un hola bastó. No hubo más. Lo prometo. ¿De qué me sirve engañarte?
Era carnaval, y entre el cantar de las comparsas y el color de los disfraces, yo solo podía distinguir el castaño de su pelo.
No te prometo nada, si el marrón de su pupila se vuelve a clavar en mi mirada, yo no te prometo nada.
Sé que no me entiendes, pero no he dejado de quererte, sé que no me entiendes, pero tampoco puedo prescindir de ella.
No me arrepiento de nada. Y no me voy a arrepentir, no voy a negar la felicidad, igual que no la negué cuando nos conocimos en aquel bar. ¿Lo recuerdas? Es como si fuera ayer. Tú mirada en mi mirada, y la de ambos en una copa. Tus manos en mis manos, y ambas rozando el corazón latente, la pulsación constante y las sonrisas tímidas que nos lanzábamos como si fueran cartas de amor.
Recuerdo la primera vez que te lleve a cenar, creo que fue la primera vez que me puse un traje de chaqueta, y no soportaba la corbata. Tú no parabas de reírte, pero vamos que tampoco es que fueras muy ágil con los tacones. Nos sentamos en una mesa y sin saber cómo, terminamos bailando descalzos y sin música en medio de la acera.
¡No me mires así! Me ha costado demasiado hacerme a la idea de que te has ido, para que me vuelvas a derrumbar cada vez que vengo a visitarte a este sitio. –
Poco a poco el octogenario se levanta entre lágrimas apoyado en su bastón y se va del cementerio.
Aqui acaba el texto de Pablo Sánchez González, ganador II Concurso Literario Cervantum 2019. El premio se entregó en la II Gala Talentum